martes, 5 de enero de 2010

la coca


 Cuando llegaron las corrientes conquistadoras de los blancos destruyendo ciudades, quemando templos, derribando ídolos, exterminaron a la realeza del Imperio Incaico - dominaron a los nativos - quienes en su desesperación retrocedieron en busca de refugios naturales en las laderas de las montañas (Pucará) o en las altas cumbres. En su retirada solo invocaban la protección de sus dioses, Inti (Sol) Quilla (luna) ante la eminencia de una derrota total, se pusieron a salvo las riquezas del Imperio, para ello se encomendó a un viejo sacerdote tan difícil misión, quién a pesar de los recaudos fue tomado prisionero y torturado por los invasores blancos para que diga donde había escondido el tesoro, nada consiguieron no pudieron vencer su juramento; Oh admirable anciano! en el silencioso escenario apareció la misteriosa Quilla, se le acerco al oído y le dijo: Supremo sacerdote, me envía Inti tu Dios, para salvarte porque has sabido guardar los tesoros de nuestro pueblo, nuestra religión y has sido fiel a nuestra raza. En recompensa pide lo que quieras que será concedido. Este meditó unos momentos y respondió: Oh diosa! protectora nada te pediré para mí, pero sí para mi raza vencida, no te pido ni armas, ni riquezas, danos un bien con el cual podamos soportar tal sometimiento y que a su vez ese bien en manos del enemigo se transforme en un mal, en un peligro para su raza opresora. Entonces Quilla le respondió Fiel servidor mira hacia atrás ahora sigue con tu mirada el destello de luz que se ha detenido en esa planta de hojas verdes y ovaladas. Presta atención a ella, Inti le ha otorgado una secreta virtud, la de adormecer penas y mitigar fatigas. Que tu raza arranque sus hojas y las mastiquen su jugo será mejor remedio para soportar todo sufrimiento y si la raza invasora los imita tendrá su castigo. Su jugo que para nosotros es vida, para ellos significara la muerte, un vicio repugnante que al cabo de un tiempo aniquilará su raza. A la mañana siguiente el Anciano llamó al grupo que lo acompañaba y les dijo - Por voluntad de nuestros dioses en estos cerros ha nacido esta planta llamada COCA, les contó sus beneficios y también les dijo que si querían saber los secretos del destino bastará tomar un puñado de ella y arrojándola al viento la dirección que tomen marcará el rumbo del bien, cuando el invasor de nuestra raza quiera sacar igual provecho sufrirá un castigo. Así nació la planta de la Coca, regalo divino, elemento mágico de rituales de nuestro pueblo.