martes, 16 de febrero de 2010

Tumayrica y Yuncayacán

En el pueblo de Pillao, vivía una pastora que se dedicaba a pastear sus ovejas. Con frecuencia bajaba a una quebrada a recoger “puru puru” unos frutos parecidos a la granadilla y en esa quebrada había una corro de agua que cae sobre un batán de piedra. Cuando la pastora llegaba la quebrada aumentaban los frutos maduros que comía sentada en el batán de piedra. En su casa cuando dormía en sus sueños aparecía un hombre que abusaba y se burlaba de ella y de un momento a otro apareció embarazada y luego de un tiempo dio a luz dos huevos. Ella asustada los guardó en una olla, pasaron los días y reventaron dos culebras, al verlos los guardo en una botella y les alimentaba con su leche, pero en su sueño siempre se presentaba el mismo hombre y le recomendaba que le lleve a las culebritas al chorro de agua. La pastora los llevó ahí, pero siempre iba alimentarles con su leche, las culebras crecían y conversaban con su madre. Un día las culebras le dijeron a su madre: “faltando días para la fiesta patronal de San Pedro de Pillao vamos a salir y ese día tienes que irte lejos pero sin mirar atrás”. Las culebras efectivamente salieron ese día y se comieron a toda la gente, mientras la madre cuando se iba pensó en sus hijos y dijo en quechua: “Ay huahualá imataraj ruraykan” “Ay mis hijos que estarán haciendo”. Diciendo esto divisó atrás y ahí mismo se convirtió en piedra. Luego de matar a la gente las culebras se marcharon a la quebrada de Chuchugana pagcha y luego subieron a la punta del cerro Charca y en eso se encontraron con dos hombres gigantes llamados Tumayrica y Yuncayacán, eran hermanos y estaban de paso, eran compradores de lana y se dirigían a Carhuamayo. Ellos al enterarse de la destrucción del pueblo hicieron un trato con las culebras que se querían comerlos, diciendo “hoy no nos comes, otro día nos encontramos en este mismo lugar”. La cita era para pelear a la hora que está saliendo el sol. Llegando el día las culebras comenzaron a subir al lugar pero los gigantes les esperaban en el paraje denominado Nacua y cuando estaban llegando en esos momentos estaba saliendo el sol que iluminó la vista de las culebras, aprovechando los gigantes y con hachas grandes volaron las cabezas de las culebras. Las cabezas volaron tras el cerro y llegaron a una alguna quedando sus aguas color sangre, el cuerpo de las culebras quedaron en el mismo lugar convertidos en piedras. Después de vencer a las culebras los gigantes regresaban a su pueblo, iban alegres y contentos, cuando caminaban uno de ellos quedó convertido en piedra, era Yuncayacán, cerca del pueblo de Maray. Tumayrica, al ver que su hermano continuó caminando con dirección a Panao y cuando estaba cerca también quedó convertido en piedra. Actualmente estos encantos existen y se observan al pasar por lugares descritos.