domingo, 10 de enero de 2010

sachayoj Madre de los montes, de la selva...)



Divinidad protectora del monte, muy celosa de sus dominios. Espesa barba del monte le sirve de ropaje.
Cubre todo su cuerpo y hasta le cuelga del ala del sombrero. Esta apariencia le resulta útil para ocultarse con facilidad en la espesura.

Madre cariñosa para con sus criaturas es ella quien provee de los instrumentos necesarios para subsistir.

Ella da las espinas para defenderse de hombres y animales o les obsequia delicados perfumes para que puedan dispensarlo al viento, a la noche, a los senderos.

Frente al hombre, en cambio, es impecable.

Con las luces del alba llega el hachero. Runa joven, manos nuevas que vienen a pelearle al monte. Elige un tronco maduro de tiempo y cuando prepara el hacha siente que alguien, allí cerca, a comenzado ya la faena. Lo busca... en el monte resulta demasiado grande el silencio para un hombre solo.

Los golpes que parecían cercanos lo llevan a la espesura. Cambian de lado, como si los ruidos caminaran sobre el viento o saltaran sobre golpes de brisa. Cuando está por cesar en su búsqueda el hachero siente el eco más cercano que nunca.

Se desorienta el hombre. Ahora no sabe si es orgullo o miedo y continúa la búsqueda. Llega el mediodía. ¿A dónde esta? No encontró a nadie y se siente perdido. Lo encierra la maraña y le resulta difícil encontrar el sendero.

Sachayoj no insiste. El hacha del hombre esta quieta de cansancio, rabia y miedo.

La diosa utiliza el mismo procedimiento cuando llegan los meleros. Con ruidos muy próximos los mete en la espesura despistándolos totalmente sin que lleguen a encontrarse con nadie.

En otras oportunidades se hace sentir como animal que huye distrayendo a los chaschis. El ochido lejano atrae a los hombres que imaginan un león empacado por los bichos... pero nunca encuentran nada. Al contrario, en más de una ocasión, lamentan haber regresado sin alguno de los perros, quizás el más guapo, el más baqueano.

Lamenta el hombre la desgracia mientras entre las ramas de la tusca se agranda una sonrisa verde, culpable y cómplice: Sachayoj.